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domingo, 27 de noviembre de 2011

CANCIONES DE CORRO DE NUESTRAS MADRES Y ABUELAS

EL SEÑOR DON GATO



Estaba el señor don Gato
sentadito en su tejado,
le ha llegado la noticia
que si quiere ser casado
con una gatita blanca
sobrina de un gato pardo.

El gato con alegría
subió a bailar al tejado,
más con un palo le dieron,
y rodando vino abajo.
Se rompió siete costillas
y la puntita del rabo.

Ya se ha muerto
ya se ha muerto,
ya se ha muerto
el pobre gato.

Ya le llevan a enterrar
por la calle del pescado;
las ratitas van de luto
y los ratones bailando.

Al olor de la sardina
el gato ha resucitado.
Por eso dice la gente:
"siete vidas tiene un gato"


LOS DÍAS  DE LA SEMANA



Lunes, día de galbana;
Martes, trabajar de mala gana.
Miércoles, día de tormenta.
Jueves, de mala cuenta.
Viernes, para cazar.
Sábado, para pasear
y domingo para descansar


ARROZ CON LECHE



Arroz con leche,
me quiero casar
con una señorita
de este lugar.
Que sepa leer,
que sepa escribir,
y que sepa la tabla
de dividir.
Contigo si,
cantigo no.
Con esta señorita
me caso yo.

domingo, 13 de noviembre de 2011

LEYENDA DE "EL CRISTO DE LA VEGA"



          Hay en Toledo una ermita cerca de la rivera del Tajo en la que curiosamente tiene su morada un Cristo con una mano desclavada. Al no disponer de datos sobre las causas de este extraño hecho, la imaginación popular ha ido tejiendo generación tras generación una explicación que, aunque no sea fiel a la realidad, llena de romanticismo y magia el suceso, y lo convierte en una de las leyendas más bonitas que tienen como marco a esta  emblemática ciudad y que han recogido en sus escritos poetas tan importantes como José Zorrilla. Vamos a ver que dice.
Hubo en tiempos del rey Carlos I en la ciudad de Toledo, un joven soldado llamado Diego Martínez y una bella muchacha Inés de Vargas. Ambos, hacía tiempo que se profesaban un gran amor, y eran ya propiamente marido y mujer, según las reglas del matrimonio secreto. Sin embargo, la joven doña Inés, noble de nacimiento, quiso que lo que ambos habían consumado se hiciese público, y estando una tarde paseando con don Diego, por las riberas del Tajo, en una zona que llaman La Vega, la muchacha pidió a su amado que le jurase que se casaría con ella. Tanto insistió que, al final, los amantes se colocaron ante la imagen del Cristo que presidía el templo de la Vega, y allí don Diego Martínez juró, a los pies de la cruz que se casaría con doña Inés a la vuelta de las guerras con Flandes.
          Don Diego partíó y los meses y años transcurrieron sin que doña Inés tuviera noticia alguna. Ella esperaba siempre con la mirada puesta en la ventana, la vuelta del soldado que le había dado su palabra de matrimonio. Por fin, pasados tres años, doña Inés vió llegar las tropas españolas que volvían, y loca de alegría salió corriendo de su casa a recibir al amado. Pero se encontró con un Diego altivo, orgulloso y olvidadizo hasta el punto de no reconocerla.
La pobre Inés, después de rogarle y suplicarle sin obtener respuesta, acudió a la justicia. El gobernador de entonces, don Pedro de Alarcón, tras oir sus quejas con atención, mandó llamar a don Diego
- Si conozco a esta mujer, pero nunca le he jurado matrimonio. Lo niego- respondió
-¿Teneís algún testigo?- preguntó el gobernador a Inés- Si no es así no se puede poner en duda la palabra de un capitán.
La pobre dama engañada, desesperada y con los ojos arrasados en lágrimas, contestó
-¡Si, tengo un testigo!¡ El Cristo de la Vega!
Al día siguiente, una comitiva de jueces, escribanos, y mirones se dirigieron a la ermita donde tenía su morada tan alto testigo, para tomarle declaración.
- Hijo de María ¿juras que es cierto que don Diego Martínez dió aquí, en tu presencia, la palabra de matrimonio a doña Inés de Vargas?-preguntó el notario, mientras acercaba hacia Él la Biblia.
Y una voz sobrenatural que llenó todo el recinto, exclamó:
-¡Si, juro!
Y entonces la imagen despegó de la cruz una ensangrentada y desgarrada mano que posó sobre el libro sagrado.
Sobrecogidos los presentes, quedaron mudos,y don Diego, tembloroso, cedió y cumplió su palabra con doña Inés. Aunque también hay quien dice que ambos, espantados ante el prodigio, decidieron profesar como religiosos en uno de los numerosos conventos que alberga la ciudad. Lo cierto es que la imagen del Cristo de la Vega ha permanecido siempre así, con el brazo desclavado.

                                                
  

domingo, 6 de noviembre de 2011

LA PREDICCIÓN DEL TIEMPO Y OTRAS SEÑALES



          En todas las comunidades y civilizaciones ha existido una gran preocupación por los cambios meteorológicos, sobre todo en los medios rurales donde las lluvias, la temperatura o la humadad determinaban el éxito en la cosecha.  Las buenas gentes de entonces, a fuerza de estudiar el cielo y observar sus cambios llegaron a predecir el tiempo a través de una serie de signos.
         Así, por ejemplo, se aproximaban lluvias cuando se bañaban los pájaros. se revolcaban las mulas, se secaban los charcos y el agua del arroyo se cortaba de repente, o cuando se soñaba con guerras y culebras.
          También tenían antiguamente la creencia de que si se movía la carroza de la Virgen del Carmen, llovería pronto.
          Las guerras también se predecían cuando en el cielo aparecían cometas, diciendo el refrán: "Señales en el cielo, novedades en la tierra"